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DEMOCRACIA ECONÓMICA

Como todos los años por estas fechas se multiplican los actos, jornadas y conferencias que presentan trabajos, libros y proyectos en general. Por este motivo se debe hacer un gran esfuerzo de selección. El pasado Miércoles tuve ocasión de asistir al acto de presentación en Valencia del libro DEMOCRACIA ECONÓMICA. Presentaba el acto Joan Sifre, Director de la Escuela Sindical “Ramón Paredes” y democracia-economica,desdelafrontera,apalacianestaban presentes los coordinadores del mismo, por ser un libro colectivo.

Mi interés estaba basado en una mezcla de pasado y presente: por un lado, quería saber si el concepto y sobre todo la realidad condicionada por la actual crisis, puede evolucionar en la dirección que ya se planteó en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y en España en los años posteriores a la transición y, por otro lado saber hasta que punto se recogían prácticas interesantes de empresas y organizaciones que en estos últimos 25 años hubieran transitado por el interesante camino post-fordista de hacer empresas y organizaciones más abiertas, participativas, colaborativas e innovadoras en gestión empresarial.

La verdad es que no se cumplieron mis expectativas, tampoco es que fueran altas y también tengo que decir que me falta por leer el libro completo, excesivo en un contexto de abundante información. En todo caso, he leído la introducción y varios artículos y escuché la presentación de los coordinadores, uno de los cuales, Antoni Comín, lo avanzó en el mes de Julio en su Blog, lo cual he conocido al terminar este post.

En primer lugar, no me gustó el punto de partida, no tanto por la teoría de la justicia social, como por el hecho de no partir de una investigación de la práctica de los últimos años del concepto de DEMOCRACIA ECONÓMICA. Con lo cual se hacía un salto en el vacío para desarrollar otro marco teórico. No digo que la teoría fuese un salto en el vacío, sino que en ningún momento se contrastaba la práctica empresarial y organizativa de aquellos años con la realidad empresarial y organizacional actual.

A partir de aquí ya es difícil aportar mucho a la economía real, a pesar del aparentemente interesante esquema argumental (página 29), lo cual también significa que difícilmente se puede llegar a los ciudadanos como actores económicos (trabajadores y directivos de empresas y organizaciones) y mucho menos intentar cambiar los modelos organizativos tanto empresariales como sociales.

En el debate, precisamente un asistente, planteó el hecho de que se nombrara a las empresas de economía social (cooperativas y sociedades laborales) como un ejemplo en ese nuevo sistema, pues su trabajo inmerso en la realidad de las crisis empresariales actuales desde su trabajo sindical de economista, le permite constatar que no se contempla esa salida como solución. Yo puedo añadir en contraste con lo ocurrido en las crisis de los años 80 y 90.

Por otra parte, mi experiencia y conocimiento me dice que la realidad de este tipo de empresas, sobre todo las que han tenido éxito, lo tienen por adaptarse y jugar dentro de las reglas del mercado capitalista. Esto no las invalida, por el contrario explotan sus principios (importancia de las personas, participación, intercooperación, etc…) para sacar ventaja competitiva en un entorno empresarial donde cada vez son más importantes las personas y su capacidad para generar creatividad, innovación y entornos colaborativos y participativos, precisamente utilizando internet y sus herramientas.

La Web 2.0 es más una actitud que una tecnología y sorprende que no tenga más protagonismo la Web Social como una herramienta capaz de contribuir a cambiar actdesdelafrontera,democracia-economicaitudes, pues eso es lo que hay detrás de la DEMOCRACIA ECONÓMICA, es decir personas que quieren participar, tomar decisiones y sentirse protagonistas de su trabajo. También la posibilidad de enlazar con otras realidades que en estos momentos caminan por las redes sociales.

En definitiva, creo que se debe pedir a los coordinadores del libro que hagan esfuerzos por bajar a la realidad, pues si no se corre el peligro de hacer economía “espacial” y no economía real. En este sentido, es recomendable seguir los planteamientos de Alfonso Vázquez San Román, que participa en el libro y tiene otros trabajos interesantes que partiendo de la realidad, desarrolla teoría para apuntalar la experiencia real y no al revés. Como concibió K. Lewin, padre de la psicología social, acercarse a la solución de los problemas convirtiendo la investigación en acción y hacer mediante aprendizaje.

Para finalizar creo que el balance social es interesante, pero no hasta el punto de ser el objetivo a perseguir. Se puede caer en la burocracia y ocultar la realidad que responde a dinámicas del día a día en el seno de las organizaciones.

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