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La prueba del algodón del trabajo en equipo: sencilla y clara

20.07.2009

Blogs, Desde la Frontera

Una obsesión que me persigue cuando tengo la responsabilidad de dirigir una organización es conseguir que la gente colabore trabajando. Ya hace años preocupado por ello llegue a la conclusión que la gente no trabaja en equipo porque no se para ni un minuto a pensar lo que hace su compañero y por esa misma regla de tres no valora su trabajo.

Hacer una prueba al final o principios de año, si tenéis la posibilidad de reunir a la plantilla, pasad un pequeño folio, donde todos tengan que

identificar los tres logros o acciones más importantes de la empresa u organización en el año finalizado. Ya os anticipo que la mayoría de las personas coinciden en resaltar como más importante lo que ellos hacen y también, que a mayor posición en la empresa, más se destaca esa percepción.

Recuerdo una charla de Antonio Cancelo, el que fuera Presidente del Grupo Mondragón, que dijo que la gestión de la formación en la empresa, consiste en algo tan simple como “aprovechar las interrelaciones entre la gente, el saber hacer y compartir ese saber hacer”. Y añado: ese compartir es la única fuente de ventaja competitiva sostenible.

Por lo tanto, llegué a la conclusión que lo que había que hacer era atajar esa falta de interés por el trabajo de los demás. No se aprende de quien no se respeta y esto cuando el aprendizaje informal es tan importante en la compleja sociedad actual, es fundamental. Es muy interesante ver el gráfico de Jay Cross sobre el aprendizaje informal.

Para afrontar el problema ideamos un plan que consistía en repartir una pequeña parte del beneficio en función de una sencilla valoración mutua, lo cual obligaba a pensar en el compañero, pero lo más importante, se conseguía que la gente pensara en el trabajo y las actitudes de los demás.

Ahora bien, aunque para las personas fronterizas no es un problema cambiar, en mi opinión, esa recomendable metodología sólo se debe aplicar transitoriamente, quizá no más de tres años. A partir de ese momento va perdiendo naturalidad, reflexión verdadera y tampoco enriquece la generación de confianza. Entonces es necesario cambiar.

Esto una vez más confirma que lo importante del cambio es el proceso y la implantación y trasladar el mensaje de que nada puede permanecer, para que por ejemplo la gente ni se duerma ni se aburra ni se deje caer en el activismo.

Son innumerables los autores y libros que hablan del trabajo en equipo y también los que pretenden que se ponga en práctica como un proceso estandarizado, tanto entre los directivos como entre los trabajadores. Sin embargo, al hacerlo así están echando a perder una de las principales fuentes de ventaja competitiva sostenible.

Me gustó oír una intervención de Koldo Saratxaga donde consideraba esencial el trabajo en equipo, especialmente para aportar creatividad e innovación.

Me gusta vincular el trabajo en equipo con el concepto de Autonomía y Autoorganización que comentaré en otro post.

Tengo que recomendar el camino que está andando el Grupo OBEA (Empresa Abierta) dentro de la red social LinkedIn donde se introduce la reflexión sobre el tamaño eficiente de una empresa y de los grupos de trabajo.

Me parece interesante la Teoría de Roles de Equipo de Belbin que conocí gracias al Blog de Julen Iturbe. Y especialmente interesante por su sencillez de roles (cuatro tipos) y su conexión con el ciclo de vida de las empresas el planteamiento de Ichack Adizes sobre equipos complementarios.

Y para concluir tengo que recordar a un clásico de la Gestión como es Peter Drucker el cual consideraba que el reto de la productividad y por lo tanto de la competitividad empresarial, se debía afrontar a través del Trabajo en Equipo asociado a un trabajador responsable. Y añado, no es posible exigir responsabilidad sin autonomía, es decir es necesario pasar del control al desarrollo.

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